02 Dic ABRO EL MIEDO DE TERESA ORBEGOSO, POR LITA VARGAS

Posiblemente, inició queriendo hacer una catarsis. Posiblemente, para Teresa, fue encararlo como una manera de sentirse fuerte para los días que llegarían. Pero no, fue mucho más que eso, fue un terrible canto épico, fue sentirlo, conocer el miedo y a través de él, conocer el cáncer, su cáncer, que luego de esta lectura ya es también el nuestro desde los siglos de los siglos. Antes oculto, agazapado, examinante. Hoy, creciente, protagónico, amoroso, acompañante: “…mi cáncer me mira a la distancia. Sonríe y sigue su camino hacia la ciudad de las enfermedades. Mi cáncer dice: tu pecho que fue tuyo y ahora es mío quedó enredado con el pabilo de mi corazón”. Amante exigente para recordarte que también eres mundo, justicia, fuerza. “Mi cáncer viene. Encuentra mi cuerpo perfecto. Lo toma vigorosamente en un deseo de violentar lo débil…. para que despierte”.
Cose tu historia a la mía
Texto intenso vaciando todas las certezas, los supuestos valores desde la infancia, te confronta: “acuérdate de mí ahora que eres adulta y que han llegado los tiempos en que el agua bendita es solo agua” y son esos tiempos Teresa, en los que vas a tener que transitar, como lo dices, tú, dentro del iceberg. Tú, «congelada mirándolo todo», con un algo que se te aferra, caparazón dentro de otra caparazón.
En este cariño hasta la ternura, en este auscultarse mutuamente, su cáncer dice “cose tu historia a la mía”, lucha. Este proceso será finalmente una gran revelación.
Teresa dejaría de ser Teresa si no profundiza, si no se remite al desconcierto de la infancia. Y está la Teresa crítica, la denunciante, la que encuentra todos los espacios para gritar la injusticia, para cuestionar la enfermedad: “la gratuidad como muñecote de papel maché inclinada junto a un ecógrafo roto como rezando en silencio”. Cuestionamiento feroz al sistema desde distintos ángulos, los engloba la injusticia. Son los cuerpos que esperan, los operados, donde no hay resplandor ni máquinas para curar amputaciones, únicamente celdas. Y esta imagen, de repente, trasciende, se funde, llega a Yungay donde hace 50 años el aluvión enterró la ciudad y los pobladores han salido a marchar contra la muerte y de repente cobran presente y habla de las muertes.Esas que en los últimos años han sido numerosas en el continente sudamericano y de repente allí está María Elena Moyano, Pedro Huillca, Arguedas, Uchuraccay y Ayotzinapa. Su cáncer dice “el capitalismo se rompe como el pan…”.





Teresa Orbegoso existe
Ella es todo, ella se autoafirma: «Teresa Orbegoso existe», existe su cáncer y existe también un amigo que le da un beso. Y el cáncer la urge a un reconocimiento: “tienes 40 años… es la edad de ver así no lo quieras». Y si no quieres hacerlo, aquí estoy yo para forzarte a hacerlo. Es su cáncer que sabe que saldrá purificada de ese proceso. Teresa telúrica, tiene un torito de Pucará que la protege.
La poesía presente en el mundo, en el dolor, en el cáncer, en la existencia: “Una mañana moriré. Y ese día podré al fin escuchar la última ópera de mis células”. Poesía sin contemplaciones, sin ensoñaciones bucólicas, intensa: “tu pecho será vaciado y luego inflado… Pero tu corazón como migaja de pan habrá esparcido su polvo enamorado en todos tus órganos”.
Y está también el cáncer de la memoria, el cáncer del hambre, el del ojo de vidrio, el cáncer del consumo inaugurando hospitales, todos ellos apuntando a un nuevo conocimiento, a evidenciar lo absurdo del mundo desde los siglos de los siglos.
Pero especialmente está su cáncer, el que la acompaña, la cuida, le pide que se entregue, la lleva de la mano a su conocimiento interior: “Yo soy el que protege una cosa por debajo de otras para ti. No tengas miedo y di: sí”. Y la enamora, le pide: «cambia cromo, cambia culpa, cambia pena». Teresa: «eres la reina de la morería». Es perentorio: «Sonríe, sonríe». Para luego ubicarla en su realidad, en este proceso que identifica como tan necesario para lo que es Teresa. Le urge: «Escucha lo que existe».
Y Teresa escucha, procesa, digiere y sale airosa: Grande y fuerte Teresa, esa guerrera que nos dice: El agua que sale de mi pecho vacío es tan poderosa como un manantial. Y estamos seguras que así es.
Todas las fotografías que publicamos en esta entrada pertenecen a Louise Castillo.
DATOS DEL LIBRO:
ABRO EL MIEDO
TERESA ORBEGOSO
HANAN HARAWI EDITORIAL
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