25 Dic DANIELA CAMOZZI: «LA POSIBILIDAD»

Hipocondríaca
Su cuerpo está repleto
de aire, no se da cuenta,
al órgano que acusa
se lo extirparon hace
ya muchos años, cómo
podría dolerle aún.
Cuando calla esa voz
altisonante,
mientras me limpio el gel
de la panza yo empiezo
un diálogo que sí me importa:
aire, ausencia: perdón.
Si vuelvo a este lugar,
si sigo sometiéndome
a estos procedimientos
y me obligo a escuchar
a un necio así, es para
ver su hueco en la pantalla
y llevarme su foto,
para quedarme en
una esquina cualquiera
mirando su contorno entre la gente.
El informe, ya sé,
va a salir “bien”.
Ellos no tienen ojos ni palabras
en su estúpido mundo
más que para notar
las formas adecuadas.
Ecografista
Ahí empieza de nuevo,
como todos los años,
hablando perturbada
del aire con el aire,
es decir, con la foto
que tomé de su vientre.
Me acerco, quiero oír,
y me quedo espantado
porque escucho una voz
que parece venir
de la hoja en su mano:
Tranquila, sigo acá, que ellos escriban
lo que quieran, nosotras conocemos
la verdad: hay tejidos que persisten,
partículas que siempre van a ser
boyas del dolor.
Recomendaciones de la ecografía
¿Qué es esta escena
en plena calle?
¿Por qué me hablás a mí
que soy solo reflejo?
Deberías estar tranquila:
otra vez el diagnóstico
es negativo.
Decís que soy tu foto, pero no:
Soy tu revés, la imagen
sónica de los huecos
que todavía adorás.
Calmate, vamos a
tu casa, allá seguro
está tu colección
de placas y de informes
irremediablemente iguales.
Quiero verla y volverme
su precario último eslabón.
Traducción a su traductora
Por qué te detuviste,
si estábamos tan bien,
desmadejando vos
y yo apareciendo.
Sentí cada uno de tus ritmos:
cuando fluías
en los segmentos más cordiales,
la arruga de tu frente
en mis partes tortuosas.
Siempre supe que al lado mío había
un pasaje anterior
que pedía tu atención:
la de tus ojos, nunca
la de tus manos.
Será ese ente una fuerza
gravitatoria,
pero yo soy la arcilla que moldeás
en el insomnio.
No quiero que te rindas,
no me des, te suplico,
por terminada.
Este cursor,
su parpadeo,
es el único signo que me queda.
Traductora
Aquí estamos de nuevo,
tan ligadas que si
dejo caer la cabeza
parece que tus letras
se inclinan solas.
Mis manos buscan
notas que sean
música antigua y
música nueva,
ansiedad que me vuelve
DJ amanecida.
Le paso el corrector
a tus doscientas treinta hojas
escritas en la lengua
del capital,
ni inglés ni castellano,
código puro.
Cuando estés lista
voy a seguir las normas
del lanzamiento
y con un clic
vos sí podrás salirte de tu cuerpo.
La de hoy a la de hace veinticinco años
Late como luz,
fulgura y es interrogante puro
Irene Gruss
Te pensé en el cristal
verde de mi escritorio
y ese destello te hizo
venir hasta acá.
Recién volviste
de Chile y ya la línea
de tu cuerpo
te delata: no hay
armazón que soporte
tantas noches de farsa.
Del viaje, lo mejor
fue Isla Negra,
pronuncio y quiero
seguir, pero me aterra
que te espantes.
Mejor contame vos
de aquel vidrio turquesa
junto al mar y tan rojo
del lado de la tierra.
Te disolvés en
un latido, una luz,
y ya no queda tiempo
para otra historia.
Solo llego a gritar:
no te distraigas,
por favor, no,
en los deseos ajenos.
NOTA BIOGRÁFICA
Daniela Camozzi. Nació en 1969, en Haedo, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Publicó los libros de poemas: La felicidad ajena (Huesos de Jibia, 2008), Mones Cazón (Ediciones del Dock, 2015), El amor en Blade Runner (Espiral 6, 2016), La brecha que existe entre los cuerpos (Baltasara Editora, 2018) y Fugacidad/La realidad del cuerpo (Colección Dos Poemas, Ediciones Arroyo, 2019). Textos suyos han aparecido en diversas antologías, entre las más recientes Flotar, 100 poemas sobre ríos, 100 poetas argentinxs (Proyecto Camalote, 2020) y El beso que no di (Ediciones Arroyo, 2020). Tradujo, en poesía: Canción de cuna y otros poemas de Joseph Brodsky (Huesos de Jibia, 2009 y 2012) con Walter Cassara; Donde sea que vaya y otros poemas de Muriel Rukeyser (Viajero Insomne, 2015); La cúpula de cristal (Mágicas Naranjas, 2018) de Amy Lowell y Rukeyser. Sexton. Rich (Wolkowicz Editores, 2020).
Forma parte de la organización social transfeminista No Tan Distintes y del colectivo de poetas y traductoras Medusa.
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